La educación ética no sólo
contempla la instrucción ética en el sistema de enseñanza. Cada sociedad forma
una idea de aquello en que consiste la riqueza del hombre y cual vida es digna
o indigna de llamarse humana. La educación en ética adquiere, por esta razón,
marcos que atrapan la sociedad en su conjunto y, esto va, desde lo axiológico,
pedagógico, psicológico, ideológico y lo sociocultural, entendiendo en este
último contexto la educación en la comunidad y más específico en la familia.
Juegan un importante papel las instituciones y organizaciones, así como los
medios de difusión masiva. La educación en ética incluye la educación en
valores aunque no la agota. Ella necesita, en estos tiempos, de crisis de los
valores, enfocar su contenido a garantizar un modo de vida digno, acentuando su
función en el enriquecimiento de la vida espiritual del hombre. No sólo de pan
vive el hombre, dicta el viejo proverbio. La educación en ética debe
estructurarse teniendo en cuenta la utilización orgánica del tiempo como
criterio de progreso de la personalidad. La historia de los hombres no es el
tiempo, es su actividad. Por esta razón las políticas orientadas a elevar el
bienestar de las personas no deben encerrar en sí sólo el aumento del nivel de
vida sino de estimular la comunicación y el contacto entre la gente según sus
intereses comunes durante el tiempo libre que deja el trabajo principal.
Es la educación en ética que se
imparte en los centros de enseñanza. Puede articularse a través de asignaturas
como filosofía, religión, catequesis, ciencias sociales y ética,
además de formaciones específicas (educación sexual, para la no-discriminación,
etc.) y en tutoría. Los temas de ética se tratan de forma transversal en el
resto de materias de la educación formal, sean comunes u optativas. La
educación ética y en valores puede ser entendida como una reflexión sobre la
moral, o como un espacio para practicarla. Entendiendo moral como la práctica
de los valores de una comunidad determinada.
El objetivo central del
proceso de educación ética(4) consiste en perseguir la construcción de una
personalidad ética sólida, apoyada en el desarrollo de una conciencia moral
autónoma. La construcción de una personalidad ética sólida incluye al menos
tres niveles diferenciados, que deben interactuar de modo permanente e
integrado. Estos tres niveles serían:
1. El desarrollo de un fuerte
“sentido de vida” (5). Esto implica la capacidad de dar respuesta personal y
autónoma a la pregunta fundamental de la vida. Esta pregunta puede formularse
de modos diversos según sea el marco socio-cultural y familiar de cada persona
(p.ej. ¿Qué puedo esperar de la vida, o de mí mismo?, ¿Para qué existo? ¿Qué
quiere Dios, o la historia, o..., de mí?, etc.). No obstante esa variedad de
formulaciones, o inclusive, no obstante el hecho de que no esté tematizada por
la persona, la pregunta siempre existe en cada ser humano.
2. El desarrollo de un
“proyecto de vida” concreto y realizable. La construcción de un proyecto de
vida supone el intento consciente y deliberado de procurar la mayor coherencia
personal posible, como camino de realización, definiendo para ello las opciones
históricas que, de cara al futuro, hagan posible la concreción real de los
propios ideales y de la propia escala de valores.
3. El desarrollo de una
“estructura ética personal”, capaz de viabilizar y sostener los contenidos
éticos de la propia vida. La existencia de las normas morales siempre ha
afectado a la persona humana, ya que desde pequeños captamos por diversos
medios la existencia de dichas normas, y de hecho, siempre somos afectados por
ellas en forma de consejo, de orden o en otros casos como una obligación o
prohibición, pero siempre con el fin de tratar de orientar e incluso determinar
la conducta humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario